sábado, 27 de agosto de 2016

La lenta agonía de la Torre del Marqués.

En Zaragoza una torre es una casa de campo o un edificio destinado a la actividad agropecuaria, donde además de vivir se tiene control sobre las tierras trabajadas. Esta semana Vida Alagonesa quiere denunciar la penosa situación en la que se encuentra uno de los edificios más singulares de nuestro municipio, la Torre del Marqués de Montemuzo, una imponente vivienda de tres plantas construida en el siglo XVI en las proximidades del río Jalón. Han sido ya muchos los colectivos y particulares que han venido denunciando públicamente la suciedad, el abandono y el deterioro de este edificio, pero también nosotros queremos sumarnos a esta lucha dialéctica. No obstante, somos realistas. Este escrito, más que como forma de reivindicación, lo escribimos como  elegía, como lamento fúnebre, pues somos plenamente conscientes de que las posibilidades que en la actualidad tiene la sociedad civil de salvar este monumento son bastante remotas. Aunque el edificio presentaba desde hace años graves deterioros que comprometían seriamente su estabilidad, es ahora, tras la pérdida de las cubiertas, cuando se halla a merced de las inclemencias del tiempo y su supervivencia está más amenazada que nunca. Si no se adoptan medidas urgentes, la pérdida definitiva de la Torre del Marqués va a ser, más pronto que tarde, un hecho irremediable del que se lamentarán las generaciones venideras.
Antes de alcanzar el cauce del Jalón, al final de un sendero rodeado de campos de cultivo, el caminante llegará a la conocida como Torre del Marqués, vestigio olvidado de una época no menos olvidada de labriegos y señores cuasifeudales.

El Ayuntamiento de Alagón alegará el carácter privado del inmueble para justificar su inhibición. Sin embargo, teniendo en cuenta el riesgo que para la seguridad pública supone el potencial colapso del edificio, situado junto a un camino muy transitado por vecinos y paseantes de la localidad, la intervención de oficio de las autoridades locales estaría más que justificada.

También queremos llamar la atención sobre el expolio continuado que ha venido sufriendo el edificio todos estos años. A la desaparición de las barandillas de los balcones, rejas, tejas y demás objetos de cierto valor, debemos añadir la del escudo en alabastro de los Marqueses de Montemuzo que, hasta fechas recientes (2011) campeaba sobre la puerta de acceso y en el que estaba inscrita la fecha de construcción del edificio: 1586. Para los que integramos Vida Alagonesa, el destino de ese escudo no nos es indiferente, pues podría tratarse de la pérdida patrimonial más importante sufrida por nuestro municipio en la última década. Y es que aquel blasón estaba considerado -todos los conservados en Aragón lo están- Bien de Interés Cultural en virtud de la disposición adicional segunda de la Ley 3/1999 de Patrimonio Cultural Aragonés. Sin duda, una triste noticia para los alagoneses. Aprovechamos este escrito para solicitar a las personas que puedan tener fotos del desaparecido escudo que nos las faciliten para poder incorporarlas a nuestro archivo fotográfico.

Como se puede comprobar en la fotografía, ha desaparecido ya la última planta del edificio, que en las casas aragonesas de la época se correspondía con la falsa. Esta estancia cumplía las funciones de secadero o almacén de alimentos.


La Torre del Marqués es uno de los primeros edificios de Alagón que se ven llegando por la A-68 en sentido Logroño. ¿Es esta la imagen que como localidad queremos dar a visitantes y turistas? Viendo este panorama desolador es cuando uno comprende aquel eslogan turístico que ha dado lugar a tantas bromas y comentarios jocosos: "Alagón te sorprenderá".

Si finalmente se consuma la desaparición de la Torre del Marqués, no solo estaremos asistiendo a la pérdida de uno de los últimos ejemplos de torre mudéjar que se conservan en el valle medio del Ebro, sino que también habremos perdido para siempre el recuerdo de una forma de vivir, de producir y de relacionarse con el medio que desapareció hace décadas en pro de los nuevos ritmos que marcaba la vida moderna. La Torre del Marqués no puede desaparecer porque nos recuerda que Alagón y su comarca no siempre vivieron de la industria y los servicios y que un día -no hace tanto- fueron agrícolas. Las sociedades humanas, una vez instaladas en el progreso y la comodidad, tienden a sufrir una suerte de desmemoria colectiva que les hace desentenderse de todo lo que les haga recordar que la vida de nuestros ancestros no fue fácil.

Esta fachada parece la más endeble del edificio y amenaza con venirse abajo a muy poca distancia de un camino muy frecuentado. Una grieta vertical anuncia tristes presagios...
Les invitamos por un momento a bucear en el mar de la memoria. Los campos de cultivo que controlaba la Torre fueron el sustento de varias generaciones de alagoneses que los trabajaron en régimen de arrendamiento. Esta situación se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX. Mientras que la baronesa de la Joyosa vendió lotes de tierra al término de la Guerra Civil, el marqués de Montemuzo mantuvo sus extensas propiedades en Alagón y las gestionó a través de un administrador que vivía en la casa junto a los otros trabajadores. Este sistema de explotación, latifundista, fue muy similar al que actualmente asociamos con los cortijos de Andalucía. Sin embargo, por su conflictividad social y mayor visibilidad mediática, es mucho más conocido el caso andaluz que la situación histórica de la tierra en Aragón. Pero no hace falta establecer paralelismos porque los datos hablan por sí solos. Según el Instituto de Reforma Agraria, con datos de 1934, la provincia de Zaragoza con sus 51.234 hectáreas propiedad de la grandeza era la segunda provincia española en este orden. Por entonces, el marqués de Montemuzo se encontraba entre los doce mayores latifundistas de Aragón. En los últimos tiempos se han realizado bastantes estudios de historia local que ponen de relieve estas cuestiones. La problemática social de la tierra en la villa de Alagón durante el siglo XX y, en especial, durante la II República ha sido abordada por el historiador D. Francisco Javier González Ruiz en su libro La Segunda República en Alagón. 1931-1936. Para más información sobre el tema, recomendamos encarecidamente la lectura de este interesante trabajo publicado en 2010.

El maltratado portón de madera nos recibe entreabierto, como las fauces de una ballena varada que agoniza sobre la verde llanura. Por corona tiene la huella del delito: el mancillado escudo de armas, antaño símbolo de honra y prestigio aristocrático, ha dejado tras de sí un vacío desolador.

Cuando la Torre del Marqués ya no sea más que un montón informe de escombros, los historiadores habrán de tomar el testigo de las piedras derruidas para dar cuenta con sus plumas de cómo se dejó morir, en una lenta agonía, una parte importante y tangible de nuestro pasado. 

sábado, 20 de agosto de 2016

Zaragoza reivindica el legado pictórico de Pelegrín

El pasado 15 de abril se presentaba al público la completa renovación de uno de los espacios más emblemáticos del Museo de Zaragoza: la Galería, donde se muestra la pintura y escultura de finales del siglo XIX y primeros decenios del XX. Desde Vida Alagonesa creemos que es una muy buena noticia y queremos hacer partícipes de ella a todos los aficionados al arte de Alagón. Y es que nuestro pintor más ilustre y universal, Santiago Pelegrín Martínez (1885-1954), vuelve a estar presente en las salas del principal museo zaragozano tras más de ocho años de ausencia.

Según fuentes del Museo de Zaragoza consultadas por Vida Alagonesa, la “recuperación” de la obra de Pelegrín ha sido un empeño personal de su actual director, D. Julio Ramón Sanz, un declarado admirador de las vanguardias históricas. El propio Ramón señaló a Heraldo de Aragón que habían querido hacer un discurso actual, moderno, que diera visibilidad a la riqueza de las colecciones del museo.

FOTO: JAIME GALINDO

sábado, 13 de agosto de 2016

Alagón, nuestra razón de ser

"(...) Poco después, la carretera salva el río Jalón mediante un puente estrecho desde el cual un claro entre los árboles deja ver un pueblo de grato aspecto que se eleva entre los árboles y flores de los huertos que le rodean. Es Alagón, de tradiciones ibéricas; pueblo de grandes señores y hechos históricos imborrables; modernizado hoy tanto por las imposiciones de su próspera industria azucarera como por el arraigo de las costumbres de la vida actual, que aquí como en otros pueblos aragoneses ricos han encontrado pronto acomodo"



Con estas elocuentes palabras  trataban Galiay y Almarza en junio de 1933 de describir las bellezas de la villa de Alagón a los entusiastas lectores de la revista Aragón. Mucho ha cambiado la localidad desde entonces, pero todavía hoy sigue causando esa honda impresión en el viajero que atisba desde la lejanía su perfil urbano de torres y chimeneas.

Sirva esta primera publicación de presentación para un blog, Vida alagonesa, que se dispone a iniciar su ilusionante andadura.  Hay mucho por hacer y casi todo está por escribir. Que esta sea tan solo la primera de muchas otras que con toda seguridad están por venir en el futuro.