Según las investigaciones de D. Manuel Serrano Villalba (Socio de Honor de Acael), la música ha sido una constante en las procesiones de la Semana Santa alagonesa, al menos desde las tres primeras décadas del siglo XIX, en que aparece documentado que las cofradías contrataban los servicios de tenores o barítonos que, acompañados de instrumentos musicales de viento, intensificaban el carácter patético y teatral de los cortejos fúnebres. Pero en el recinto de la iglesia era el órgano el que, con sus profundos acordes, acompañaba desde tiempo inmemorial los cantos penitenciales. En el siglo XVIII se compraron las partituras de los Dolores para cantar en el Septenario.
En 1829 se pagó a Miguel Lahoz y los cantores 40 reales de vellón por cantar en la procesión con el fagot. En 1883 se compró un fagot nuevo por 168 reales. En 1884 se arregló el bombardino. En ocasiones se contrataban barítonos para que cantaran motetes en la procesión, como en el año 1883, en el que se trajeron de Boquiñeni. Posteriormente, la banda de música comenzó a acompañar musicalmente las procesiones y, ya en la segunda mitad del siglo XX, se introdujeron los tambores y bombos.
Bibliografía
Serrano Villalba, Manuel; Sobre la Historia de Alagón. Artículos 1969-2015; Asociación Cultural Alagonesa de Estudios Locales, 2021.
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