sábado, 31 de diciembre de 2016

Fallece Fernando Alvo Aguado, primer alcalde de la democracia en Alagón.

El exalcalde de Alagón D. Fernando Alvo Aguado falleció el pasado 23 de diciembre a los 86 años de edad. Había nacido en 1930 en el seno de una familia acomodada e influyente, propietaria del cine de la localidad. Fernando, como sus hermanos Antonio y Javier, se sintió pronto llamado por la actividad política. D. Antonio Alvo había sido concejal en los mandatos de Modesto Gracia y de Luis Latorre, pero el miembro de la familia que sin duda lograría desempeñar las más altas responsabilidades públicas sería D. Javier Alvo (1927-2015), histórico dirigente y fundador del PAR, diputado en Cortes, Consejero de Agricultura, Ganadería y Montes de 1987 a 1989 y pregonero de las Fiestas de Alagón en 1988.


En marzo de 1963 Fernando es nombrado Delegado Local de Juventudes de Falange Española, cargo en el que se mantuvo durante doce años. A principios de los setenta, mientras el régimen de Franco daba sus últimos coletazos, empezaban a vislumbrarse cambios en la sociedad española, tanto económicos como políticos y sociales. La villa de Alagón no permanecía ajena a este proceso histórico, que era impulsado por las generaciones más jóvenes, aquellas que no habían combatido en la Guerra Civil. Del mismo modo que lo será Adolfo Suárez a nivel nacional, Alvo representará en Alagón el paradigma de político reformista que, a pesar de proceder ideológicamente del franquismo, se alineará decisivamente a favor de la democracia. Tras la muerte del general, acaecida en 1975, se abre el ilusionante periodo conocido como la Transición que, a pesar de construirse sobre el entendimiento entre las distintas fuerzas políticas, no estará exento de obstáculos y dificultades. Una vez aprobada la Constitución y constituidas unas Cortes plurales y democráticas, llega el momento de renovar los Ayuntamientos, que tras un paréntesis de cuarenta años volvían a ser elegidos por sufragio universal. La fecha elegida para las primeras elecciones municipales desde la II República fue el 3 de abril de 1979.

Con la finalidad de concurrir a estos comicios, Alvo funda A Trabajar por Alagón (ATA), una candidatura blanca que aspiraba a modernizar la localidad desde una estricta independencia ideológica. En su programa electoral, breve, sencillo y conciso, ATA prometía "tranquilidad, bienestar y prosperidad para todos los alagoneses". No es casual que, de todos los programas políticos que se presentaron en 1979, el suyo fuera en el que más aparece la palabra democracia; se pretendía así distanciarse del anterior ayuntamiento franquista, con el que habían existido ciertos vínculos, y reafirmarse en esa imagen que querían transmitir como partido sin ningún tipo de ideología y formado por personas cuyos únicos intereses eran dar todo su trabajo para que el pueblo de Alagón mejorase en todos los aspectos que le fuera posible. El día 3 de abril los alagoneros acudieron masivamente a las urnas. El partido más votado fue ATA con 1401 votos, seguido por PCE con 655 y la Candidatura de Unidad de la Izquierda con 598 votos. De esta forma la representación en el ayuntamiento queda establecida con seis concejales para ATA, tres concejales para PCE y dos concejales para CUI. El pueblo podía hablar tras décadas de silencio y con su voto había decidido que D. Fernando Alvo Aguado se convirtiera en el primer alcalde democrático de Alagón desde 1936.


El problema escolar se agravó durante el mandato de Alvo. En la imagen, Escuelas de Barrio Nuevo.
Durante el mandato de Alvo se consiguieron grandes mejoras para la localidad: la renovación de las Escuelas Públicas de Barrio Nuevo; una nueva biblioteca; la creación del "Instituto Musical Miguel Arnaudas", filial del Conservatorio de Zaragoza; la consecución del acuerdo para instalar el Consultorio Médico en la Plaza Alhóndiga, la construcción de la Piscina Municipal, así como la urbanización y pavimentación de diversas calles y plazas. Sin embargo, tras cuatro años de convulsa legislatura, enfrentado a la oposición, acusado de autoritarismo, desilusionado y sin apoyos, y habiendo constatado que un político debe reunir una serie de condiciones de las que él carecía, decide no presentarse a la reelección. Durante toda la legislatura las dimisiones dentro de ATA habían sido más que frecuentes y ya entonces el partido había empezado a mostrar los primeros síntomas de resquebrajamiento, pero será la marcha de su líder y fundador, Fernando Alvo, lo que precipite su prematuro final. Al término de esta etapa de cuatro años, desaparecerán los primeros y últimos intentos que ha habido en Alagón de crear listas independientes o partidos genuinamente locales. El sueño de la independencia política, acaso utópico, dejará paso en nuestro pueblo a partidos políticos más poderosos, organizados a nivel estatal o regional. Unas semanas antes de las elecciones de 1983, Alvo redactó un escrito de despedida titulado "El Ayuntamiento rinde cuentas de su gestión": "(...) Después de haber leído lo anterior, yo te pediría que cerraras los ojos y te figuraras el pueblo con las Escuelas de hace cuatro años, sin la piscina, con todas esas calles y plazas sin urbanizar. ¿Tú crees a más de un convecino nuestro cuando comenta que este Ayuntamiento no ha hecho nada? ¿Quieres pensar, por favor, en la cantidad de horas de trabajo, de gestiones y de viajes que han hecho falta emplear? ¿Conoces el sueldo del alcalde y concejales? En todo caso puedes estar seguro de que este Ayuntamiento ha habido hombres de buena voluntad; que han intentado hacer todo lo que el pueblo necesita; pero que para conseguirlo hubieran querido tener más inteligencia, más brazos y más tiempo. Pero nunca ha faltado corazón. En nombre de toda Corporación, algo cansado, pero con la conciencia tranquila, rinde cuentas de la gestión y te saluda con afecto. Fernando Alvo Aguado, alcalde".

Al margen de su perfil político, Fernando Alvo fue un entusiasta defensor de la cultura, el deporte y las tradiciones alagoneras. Contribuyó de forma decisiva a reforzar los lazos de unión con el pueblo hermano de Sax, durante su etapa de alcalde, y también a título particular. Desde 1980 era Socio de Honor de la Comparsa de Alagoneses de Sax. Fue uno de los primeros socios de la Peña Sajeño-Alagonesa de Alagón,  cuya magnífica sede social pudo adquirirse en 1983 merced a las generosas y desinteresadas gestiones que realizó y de la que fue elegido presidente en 1995, hasta 1999.  También ocupó la presidencia del desaparecido CD Alagón.

Cine Avenida de Alagón, buque insignia de la familia Alvo.
Recibió a lo largo de su vida varios reconocimientos y homenajes, el último de los cuales tuvo lugar en septiembre de 2015 con motivo del quincuagésimo aniversario del hermanamiento entre Sax y Alagón, pero al que no pudo asistir a causa de su delicado estado de salud.

Desde VIDA ALAGONESA queremos transmitir a toda su familia nuestras condolencias y dejar constancia del sentimiento de pesar que nos embarga por la pérdida de una persona que, con sus luces y sus sombras, ocupa un capítulo destacado de la historia local. 

sábado, 24 de diciembre de 2016

Nuestros dulces recuerdos de la Azucarera de Alagón.

Con gran asistencia de público se presentó el pasado martes 20 de diciembre en el Centro Cívico A.F. Molina el libro Nuestros dulces recuerdos. Memoria viva de la Azucarera de Alagón. Su autor es D. Daniel Sancet Cueto y con él ha regresado a la senda de la investigación histórica tras publicar su aclamado La Transición democrática en Alagón. El libro se escribió realmente en el año 2009 pero, por una serie de motivos, no ha visto la luz hasta este año, que es cuando el Ayuntamiento de Alagón le propone publicarlo. En todo este tiempo, Sancet había abandonado la historia para dedicarse en exclusiva a la novela y a la poesía, pues como él mismo ha reconocido "no le apetecía volver a entrar en los estudios locales". Fue el respeto a las familias de antiguos trabajadores, especialmente a las de aquellos que ya no se encuentran entre nosotros, lo que definitivamente le hizo convencerse de la conveniencia de sacar el manuscrito del cajón y llevarlo a imprimir. Este año tan solo hubo que revisarse lo ya escrito y maquetarse. El libro está dedicado "a la memoria de Julián Ajobín, Ignacio Férriz y Marina Mingote quienes, lamentablemente, no pudieron ver terminado este trabajo" y en definitiva "a todos los trabajadores de la Azucarera de Alagón".

Este proyecto nace de un encargo de la empresa Ebrosa, actual propietaria de la Azucarera. Originariamente, se tenía la intención de realizar una gran investigación histórica, un objetivo que hubo que replantear sobre la marcha, en el preciso momento en que se demostró irrealizable a causa de la destrucción de los archivos. Este dato era desconocido por Sancet cuando se adentró infructuosamente en todos y cada uno de los edificios de la factoría abandonada en busca de documentación. Lo poco que encontró fue, cuanto menos, decepcionante: facturas, albaranes, planos y otros papeles irrelevantes. La excepción más llamativa quizá sea la Memoria de la campaña 1972-1973, pues la totalidad de estos documentos que se remitían a los accionistas de la empresa, de gran valor histórico, se creía perdida. En el laboratorio químico de la entrada quedó algo de documentación que, tras años expuesta a las inclemencias del tiempo, se ha tratado de recuperar y se ha incorporado al libro en forma de ilustraciones. Lo cierto es que la información más valiosa había sido destruida unos años antes por la empresa propietaria, ante la dejadez y la pasividad de las autoridades municipales de la época, que no adoptaron las medidas necesarias para garantizar la conservación de un patrimonio de titularidad privada pero perteneciente a la memoria colectiva de todos los alagoneros. Se equivoca quien cree que la responsabilidad de tanta destrucción descansa sobre la empresa. Son los poderes públicos los que tenían (y tienen) atribuidas las competencias en materia de patrimonio histórico-artístico. Los particulares solo tienen la obligación de actuar cuando existe imperativo legal y en el caso de la Azucarera de Alagón esta condición no se daba, ya que por entonces el conjunto no estaba catalogado según las leyes de patrimonio vigentes. No podemos dejar de mencionar el expolio y el saqueo que cometieron durante años los propios vecinos de Alagón, que entraban con total impunidad a la venerable fábrica, con la intención de llevarse algún recuerdo a casa o simplemente con el afán de destruir.

Una vez constatada la escasez de documentación, se decidió recurrir a entrevistas orales, realizadas a antiguos trabajadores y familiares que conocieron de primera mano el funcionamiento de la Azucarera. Así lo que en un principio se trataba de una investigación histórica acabó por tomar forma de investigación antropológica, que es una disciplina en la que Sancet está especializándose actualmente. Esta información se complementaría con la apoyatura documental del Archivo Municipal, de la hemeroteca y con las investigaciones previas de otros historiadores, entre los cuales debemos destacar a D. José Antonio Gracia Guillén, autor del mejor y más completo estudio que jamás se ha escrito sobre las azucareras en Aragón. Con todos estos trabajos, Sancet elaboró una breve introducción divulgativa que fuera asequible para todo tipo de lectores y que le sirve para contextualizar con rigor las entrevistas que son el núcleo de su libro. Estas entrevistas tuvieron lugar en el año 2009 en un taller de historia oral que se puso en marcha en la Casa de Cultura. En esta labor de recopilación de información, el autor contó con la inestimable ayuda de Maite Asensio, que se encargó de realizar la transcripción de muchos de los testimonios que allí obtuvieron. También ha agradecido Daniel su colaboración, ahora que están por desgracia de plena actualidad, al programa de radio "Cosas que pasan" y a su coordinadora Sara Giménez.

Tras esa primera fase, Daniel Sancet tuvo que procesar la información para darle la coherencia que una publicación seria requiere. Se trabajó de forma que pareciera que todas las entrevistas se realizaron en el mismo lugar, al mismo tiempo y siguiendo un plan ordenado a la hora de abordar de los distintos temas. De esta forma se pudieron incluir todas aquellas entrevistas individuales que no formaban parte de dicho taller pero que aportaban información relevante. En Nuestros dulces recuerdos, el lector podrá encontrar recuerdos de infancia y testimonios sobre temas como la incorporación de la mujer a la industria, los turnos de trabajo o la modernización del agro aragonés. Pero que el lector no espere encontrar en este libro una investigación científica, puesto que el propio autor ha recalcado que se trata de una obra divulgativa. "No va a estar a la altura de la obra de José Antonio Gracia" ha reconocido. Por ello, Daniel Sancet invita a leer el trabajo de Gracia a cuantos quieran conocer la Azucarera desde el prisma de la ciencia histórica, ya que se trata de "una gran obra".

Sancet se despidió expresando su profundo agradecimiento: "Quería recalcar el agradecimiento infinito a toda la gente que quiso participar en estas entrevistas" "Y desde un punto de vista egoísta, agradezco todo lo que yo me llevo de esta experiencia: conocer mejor a algunos vecinos de la localidad". Al finalizar, el autor firmó ejemplares del nuevo libro, que pudieron adquirirse allí mismo por el módico precio de diez euros. Para cuantos lo hayan recibido estos días, constituirá una interesante lectura navideña.

sábado, 17 de diciembre de 2016

Desmontando mitos: ¿Es San Pedro de Alagón Patrimonio de la Humanidad?

Esta semana se han cumplido exactamente quince años de la inclusión de la candidatura "Arquitectura Mudéjar de Aragón" en el exclusivo grupo de bienes que integran el Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Este importante acontecimiento tuvo lugar el 14 de diciembre de 2001 en la 25ª Sesión Oficial del Comité de Patrimonio Mundial, celebrada en Helsinki (Finlandia). Con motivo de esta efeméride, han sido varios los reportajes que han aparecido estos días en la prensa diaria aragonesa, algunos de los cuales contenían errores o inexactitudes que vienen repitiéndose desde hace tiempo y que se deberían evitar en lo sucesivo. Concretamente, el pasado miércoles El Periódico de Aragón publicó en páginas centrales un extenso reportaje sobre el mudéjar que incluía una pequeña referencia a la iglesia de San Pedro de Alagón, una iglesia que, contrariamente a lo que se piensa y como veremos a continuación, no goza de la condición de Patrimonio de la Humanidad. En este reportaje y en otros muchos se ha dicho que la declaración del 2001 se extendía a más de "150 monumentos", lo cual es absolutamente falso. Una lectura detenida de lo que en Helsinki se reconoció y declaró hace quince años es suficiente para comprender que tan solo seis monumentos adquirieron tal condición, que ya la tenía desde 1986 el mudéjar turolense. A saber: Santa María de Tobed, Santa Tecla de Cervera de la Cañada, claustro y torre de la colegiata de Santa María de Calatayud, los restos mudéjares de la Aljafería, la torre e iglesia de San Pablo de Zaragoza y el cimborrio y la parroquieta de la Seo. 

Todo lo demás que se haya dicho en estos quince años tiene un nombre: manipulación informativa. Sin embargo, debemos dejar claro que los primeros responsables de confundir al personal no han sido los periodistas (legos en la materia, al fin y al cabo) sino los políticos autonómicos, que desde 2001 han consentido e incluso alentado que lo que se trataba de una manifiesta falsedad corriera como la pólvora. Esta aclaración que hoy publicamos, polémica a todas luces, no debería sorprender a nadie, pues prestigiosas instituciones como el Centro de Estudios Borjanos han alzado la voz recientemente en el mismo sentido, con la intención poner orden y razón en medio de tanto desconcierto informativo. Pero para comprender cómo hemos llegado hasta este punto, es necesario conocer los entresijos de aquella famosa Sesión de Helsinki y los criterios científicos por los que se rigió la UNESCO a la hora de seleccionar las distintas candidaturas que presentaron los países.


España hizo valer ante la UNESCO una candidatura amplia, que incluía nada menos que 157 edificios, de forma que todos o casi todos los edificios mudéjares de Aragón pudieran lograr este reconocimiento. En esta lista tan extensa se incluían iglesias de nuestra comarca como San Pedro de Alagón y las parroquias de Torres, Pinseque, Bárboles y Pradilla de Ebro. Defender este criterio por parte del gobierno aragonés de aquel momento fue, como se ha demostrado posteriormente, un grave error. Un criterio que primaba razones de oportunidad política sobre toda consideración científica o académica. De esta forma se pretendía contentar a todos los pueblos y ciudades de Aragón, pero obviando el incontestable hecho que no todas las iglesias mudéjares tienen el mismo valor. No es lo mismo un templo bajomedieval decorado con pinturas murales, de la época de esplendor de este estilo, que un ejemplo tardío de principios del siglo XVII. Como no podía ser de otra manera, esta postura de las autoridades españolas no fue apoyada por la UNESCO, que se mostró contraria a las declaraciones genéricas, al considerar que podría sentar un mal precedente. En la reunión del Bureau del Comité, se instó a España a revisar su proposición para presentar "los casos más representativos". Esta propuesta de revisión fue sometida a consideración del Estado Español, aprobándose definitivamente en los términos sugeridos en la  XXV Sesión y circunscribiéndose a los seis monumentos antes mencionados. Los restantes monumentos que figuraban en la candidatura presentada por España no se incluyeron en la declaración. Realmente había que ser ingenuo para pensar que la UNESCO, en un alarde de inédita generosidad, iba a declarar de golpe más de un centenar de monumentos, todos de indudable valor histórico pero algunos de discutible interés artístico. Los principales perjudicados por el criterio del gobierno aragonés fueron municipios como Alagón o Tauste, que teniendo ejemplos de mudéjar lo suficientemente representativos, no lograron acceder a la protección mundial. Así se da la paradoja de que la torre de San Pablo de Zaragoza se encuentra en la lista y sin embargo sus "hermanas" de Tauste y Alagón, no. Por ello habría que solicitar a Cultura que propusiese una nueva revisión a la UNESCO, como ya se hiciera en 2001 con respecto a la declaración de 1986, para que así puedan incluirse una decena de monumentos, de capital importancia para comprender el mudéjar aragonés, pero que no se tuvieron en cuenta en su momento.


La decisión de la UNESCO fue un gran revés para las pretensiones aragonesas. Por ello, el gobierno presentó la declaración de forma confusa ante la opinión pública, dando a entender que "el mudéjar aragonés ya figura donde se merece por su singularidad: en la lista del Patrimonio de la Humanidad". Esta indeseable confusión se podría haber evitado si el Bureau del Comité, en vez de proponer la denominación "Arquitectura Mudéjar de Aragón", hubiera propuesto la de "Arquitectura Mudéjar de Calatayud, Teruel y Zaragoza",  un nombre que refleja de forma más fiel el alcance que realmente tuvo la declaración.  Si los pronunciamientos de la autoridades fueron confusos, no lo fue menos el hecho de que se distribuyeran por las entradas de los pueblos aragoneses carteles con el lema "Aragón Mudéjar". En el caso concreto de Alagón, se colocó una placa cerámica en la plaza de San Pedro para recordar que el Mudéjar era Patrimonio de la Humanidad. No puede haber mayor demostración de cinismo que situar en una iglesia que no fue seleccionada por la UNESCO un perenne recordatorio de lo que para nosotros no constituyó una victoria sino un fracaso.

sábado, 10 de diciembre de 2016

Sobre el deterioro de una excepcional obra de arte.

La iglesia de San Pedro Apóstol es el edificio más representativo de Alagón, amalgama de estilos artísticos, compendio de la historia del arte y testigo mudo de nuestro pasado. Es parada obligada para cualquier turista ávido de bellezas que nos visite. En su interior, se deberá prestar especial atención al retablo mayor, del siglo XVI y a la Capilla del Santo Cristo, presidida por una talla del siglo XV.  Hoy no nos detendremos en estos elementos, puesto que queremos poner el foco sobre uno de los grandes desconocidos del templo parroquial: la dieciochesca capilla de san Antonio, patrón de la villa. Quizá sea la oscuridad que durante los actos litúrgicos reina en este espacio el motivo por el que apenas recibe la atención de vecinos y visitantes. Sin embargo, en su interior se conserva una de las grandes joyas de nuestro patrimonio, hoy tristemente deteriorada.
D. Arturo Ansón sostiene que la decoración de la capilla debió de realizarse en torno a 1740. Se trata de un conjunto barroco de gran belleza, logrado por medio de una profusa ornamentación de yeserías en relieve que forman medallones, guirnaldas y rocallas. En cuanto a la parte pictórica de la capilla, Luzán colaboró con el también pintor zaragozano Miguel Jerónimo Lorieri, que a la sazón era familiar suyo, pues estaba casado con la tía de su esposa Teresa. Mientras Lorieri pinta los grandes lienzos laterales, Luzán ejecuta la pintura de las pechinas y de la cúpula al temple, y no al fresco, como equivocadamente afirmaron Abbad y Borrás. Luzán representó en las pechinas a los cuatro Padres de la Iglesia occidental. Sus figuras, de medio cuerpo, aparecen rodeadas de marcos de estuco ovalados, y se simulan vistos a través de un óculo celeste. San Ambrosio se muestra revestido de pontifical, con capa y mitra de color dorado, y en actitud de escribir sobre un libro, es decir, con la iconografía tradicional de los doctores de la Iglesia. San Gregorio Magno también está revestido de pontifical, con tiara, y escribiendo en un libro. Por último, San Jerónimo viste la púrpura cardenalicia, se halla asimismo en actitud de escribir, y como atributo personal no lleva el león, sino la trompeta que le tocaba un ángel en el desierto. Luzán los representó de manera convencional, sin apartarse de las iconografías difundidas en el Barroco.

En la media naranja Luzán pintó a San Antonio de Padua en la Gloria. A lo largo de su superficie curvada distribuyó cuatro grupos compositivos, equidistantes entre ellos. En el principal, situado al fondo, representó al santo titular sobre una nube soportada por ángeles mancebos con las alas explayadas. Viste San Antonio el hábito franciscano, que no es de coloración parda oscura, sino gris-azulada, que era la distintiva de los franciscanos de la Provincia de Aragón. Un angelito coloca sobre su cabeza una corona de rosas blancas, mientas el santo extiende sus brazos y alza su mirada hacia lo alto. Una serie de angelitos revolotean en torno al santo, portando flores y ramas de palma.

Dos grupos de ángeles mancebos, tocando instrumentos musicales, se disponen en el eje transversal de la cúpula. Unos tocan el arpa, el oboe y una especie de cornamusa, mientras los del otro grupo tañen instrumentos de cuerda, guitarra barroca, viola y violonchelo. Toda una orquesta musical en honor de San Antonio. En el extremo contrario al grupo principal del santo, unos angelitos, cogidos por sus manos, evolucionan con gracia describiendo un círculo con sus cuerpecitos en escorzo y con las cintas que hacen serpentear entre ellos. Este motivo compositivo descrito lo tomaba Luzán de los decorativistas aragoneses de la generación anterior; ya Francisco del Plano, en 1717, en la hermosa pintura de la cúpula de la capilla de San Lorenzo en El Pilar lo había utilizado. El resto de lo que figura en la bóveda celeste está recorrida por angelitos con cintas y pequeños querubines, agrupados de dos a dos, que completan el aspecto chispeante y movido.

En los aspectos iconográficos, técnicos y cromáticos queda de manifiesto el eclecticismo que practicó Luzán en su primera etapa artística. De una parte, se mostraba como un continuador de la pintura decorativa aragonesa del primer tercio del siglo XVIII, conectando con el lenguaje artístico de Francisco del Plano y de su suegro Juan Zabalo; pero por otro lado, lo visto y aprendido en Italia afloraba ya, aunque de manera paulatina, en el tratamiento de las formas, más delicadas y sutiles, y en el versátil y vibrante cromatismo.

En las pechinas el cromatismo de la vestimentas resulta agradable, con blancos, rojos, dorados, azules, solucionando los fondos celestiales con densas nubes agrisadas y toques dorados. En el dibujo, carente todavía de las inflexiones y blandura que serían consustanciales a su estilo posterior, y en el cromatismo  José Luzán muestra cierta continuidad con las maneras de hacer de los decorativistas zaragozanos de la generación precedente, la del primer tercio del siglo XVIII, especialmente con el círculo de los Plano. 

Por su parte, la factura de las figuras de la cúpula resulta fluida y ligera, conseguida por medio de líneas ondulantes y caprichosas, que junto a luminosos y suaves claroscuros modelan las carnes y ropajes de éstas. No por ello dejan de apreciarse torpezas en el diseño de las anatomías de las figuras, y faltos de plasticidad en algunos angelitos, fruto de la corta experiencia pictórica del joven pintor. El cromatismo resulta vibrante y a la par un tanto caprichoso. José Luzán, sin desprenderse totalmente de las experiencias cromáticas de la generación de decorativistas aragoneses anteriores a él, comienza a ensayar las cromaturas efectistas, en clave ya rococó, de la paleta asimilada durante su formación napolitana. Puesto que la capilla resultaba un tanto oscura, situó a las figuras sobre un fondo celestial blanco-agrisado, reservando para el grupo principal de San Antonio portado por ángeles una refulgente luminosidad dorada, de la que tanto gustaría Luzán a lo largo de su actividad pictórica y que pasaría a ser consustancial de su personal estilo. Resultan asimismo novedosos en el panorama pictórico aragonés los toques de luz irisdicente, dorados en el hábito del santo, agrisados o rojizos en el resto de las figuras, que modelan los plegados y volúmenes de las telas. Igualmente llamativos son los cabellos de los ángeles, tintados de amarillo-dorado muy vivo, que reflejan un aspecto más de la agradable cromatura rococó que Luzán deseaba introducir en su tierra.

Estas pinturas pasaron desapercibidas hasta que en los años ochenta del pasado siglo fueron dadas a conocer en el ámbito académico. Abbad había sido el primer investigador en apuntar en la dirección de Luzán, aunque de forma errónea, cuando en su Catálogo Monumental de Zaragoza afirmó que los grandes lienzos laterales que decoran dicha capilla eran "cercanos al estilo de Luzán", lienzos que en realidad, como ya sabemos, salieron de la mano de su colega Lorieri.  Por su parte, Gonzalo Borrás se limitó a situar la cronología de la cúpula en la segunda mitad del siglo XVIII, pero no dio noticia alguna sobre su autoría. Fue D. Arturo Ansón el que en 1985 atribuyó, sin la menor duda, las pinturas de Alagón al maestro de Goya. La recuperación de la obra de Luzán tuvo su momento culminante en la magna exposición que se organizó ese año en Zaragoza para conmemorar el segundo centenario de su muerte. El principal legado que dejó esta exposición fue el libro que para la ocasión escribió Ansón, una obra que al año siguiente se completaría con otra más extensa, debidamente ampliada con nuevos datos, la mayoría inéditos. En este libro aparece un estudio pormenorizado de las pinturas de la parroquia de Alagón, que por fin lograban escapar de su secular olvido para entrar a formar parte de la bibliografía artística.

San Gregorio Magno
El estado de conservación de las pinturas es deficiente, con desconchados notables y grietas a lo largo de su superficie, hallándose casi totalmente perdido el grupo de angelitos que con sus manos entrelazadas forman un círculo en la zona más próxima al ingreso de la capilla. Esta zona fue la más afectada por las filtraciones del agua de lluvia y por ello la pérdida de superficie pictórica ha sido mayor.  El deterioro también afecta sensiblemente a las pinturas de las pechinas, en especial a la figura de San Agustín, que se halla totalmente perdida.  En las fotografías que ilustran este artículo nuestros lectores podrán observar el grado de deterioro que presenta en la actualidad este importante conjunto mural.
Consideramos urgente la restauración de las pinturas, pero esta actuación solo podrá realizarse si previamente se actúa sobre los paramentos de la nave,  restaurando el ventanal gótico normando que queda pendiente y atajando los problemas crónicos de humedades. Debemos hacer un llamamiento a las distintas autoridades competentes, tanto civiles como religiosas, para que sigan invirtiendo en nuestro principal monumento histórico. La importancia de estas pinturas trasciende del ámbito exclusivamente local, pues fueron las primeras muestras de arte rococó que se pudieron ver en Aragón.  Sin su existencia no se puede comprender la evolución posterior del arte aragonés y español, que a finales de ese mismo siglo alcanzaría su plenitud en la figura del mejor discípulo de Luzán, el aragonés universal Francisco de Goya.


sábado, 3 de diciembre de 2016

María Pilar de las Heras en Heraldo de Aragón.

VIDA ALAGONESA se hace eco de un artículo publicado el pasado domingo 27 de noviembre en Heraldo de Aragón que, firmado por D. Mariano García, dice así: "Por su trayectoria, carisma e influencia, María Pilar de las Heras es una leyenda viva de la jota aragonesa y, ahora, quizá la principal referencia en cuanto al canto femenino. Nacida en Zaragoza en 1926, "ha sido muy técnica -señala Begoña García, que fue discípula suya- No digo que haya sido la mejor de la historia, pero sí la más completa: por su hermosa voz, por la perfecta dicción, por su afinación, la musicalidad, la forma única de interpretar...". De las Heras es, como lo ha sido hasta ahora el Pastor [de Andorra], una figura indiscutible, admirada unánimemente por todo el mundo. Siempre ha defendido que "la primera y principal cualidad de un buen cantador no es la voz, sino el oído. Uno puede tener una voz muy bonita y potente pero, si tiene mal oído, este siempre acabará traicionándole. Luego hay que trabajar mucho y buscar un estilo propio". Recibió un cálido homenaje en 2011 [en el Teatro Principal] pero algunos especialistas como José Luis Melero, reclaman que se le tribute otro pronto".

Tras la muerte de José Iranzo, la jota está huérfana y busca nuevos referentes clásicos que la guíen. María Pilar de las Heras, como nueva matriarca de la jota, bien podría ser ese referente. Aunque nacida en Zaragoza, ha estado muy vinculada a Alagón. Por ello, en coherencia con nuestro conocido empeño por reivindicar a los ilustres cuyo nombre está ligado a esta comarca, no podíamos dejar pasar la oportunidad de dedicarle unas breves líneas.


María Pilar de las Heras Dopereiro se inició en la jota de la mano de Pascuala Perié, a la sazón profesora de la recién creada Escuela de Jota, con la que la joven cantadora cursa sus estudios de folclore, solfeo, guitarra y canto. En 1940 y 1941 se lleva el segundo premio en el Certamen Oficial y en 1942 el primero. En 1943, 1945 y 1946 consigue sendos campeonatos de Aragón. Después María Pilar actuó en los grupos de Pepe Esteso, Florencio Santamaría, Pascuala Perié y otros, pero también dirigió una agrupación artística con su propio nombre. 

Tras la disolución de la Agrupación Artística de Folclore Aragonés, De las Heras se integra en el grupo Raza Aragonesa, que dirigía D.ª Isabel Zapata. Allí conocerá al cantador D. Ignacio González, una de las mejores voces masculinas que ha tenido la jota en Alagón.  Este había recibido clases de canto en Zaragoza por parte de D.ª Jacinta Bartolomé y era un miembro destacado del joven grupo folclórico de nuestro pueblo, donde fue compañero de Celia Sanz La Polaca. Gracias a su portentosa voz es requerido por Raza Aragonesa para realizar una serie de actuaciones en Barcelona, el norte de España y París. María Pilar e Ignacio contraen matrimonio en 1955 y tras estas exitosas actuaciones la pareja se traslada a vivir a Alagón. El matrimonio impulsa a María Pilar a dejar su carrera artística cuando se encontraba en su mejor momento. Poco antes, en 1956, había grabado un dúo con su marido y a partir de entonces tan solo participará junto a él en alguna actuación privada  para los Duques de Villahermosa. La pareja vivirá en Alagón durante catorce años, en los que De las Heras permanecerá alejada de la jota y completamente volcada en su familia. Sobre la retirada de esta gran cantadora D. Demetrio Galán Bergua dijo estas palabras, que hoy podríamos tildar de machistas, pero que debemos poner en su contexto, pues se escribieron en pleno franquismo: "Yo creo que María Pilar de las Heras no volverá nunca a cantar la jota, como profesional, porque ella se debe ya exclusivamente a su casa, a los suyos y a la sublime misión de la maternidad". Tuvieron dos hijos, José Ignacio y María Pilar González, pero ellos no siguieron la estela artística de sus padres. 


Cuando la familia abandona Alagón para volver a Zaragoza, María Pilar retoma su relación con la jota, pero esta vez desde el mundo de la enseñanza. Primero en su domicilio particular y a partir de 1980 y hasta su jubilación en 1996 como profesora en la Escuela Oficial de Jota. Tuvo muchas discípulas, algunas de las cuales han llegado a ser campeonas. Cuentan que Ignacio González supo aceptar que su mujer le hiciera sombra y admitía con humor que había pasado de ser conocido como el jotero de Alagón a ser el marido de María Pilar de las Heras. Tras varias décadas alejada del canto, esta volvió a subirse a los escenarios en 2003 en el homenaje a Jesús Gracia y, por supuesto en 2011, en el festival que le dedicó el mundo de la jota y que desgraciadamente su marido no llegó a ver. En ambas ocasiones cantó  un famoso poema de Rubén Darío adaptado al estilo de "la fiera": "Juventud, rico tesoro, te vas para no volver. A veces quiero y no lloro y otras lloro sin querer". D. José Luis Melero tiene razón. Hay que rendirle el último homenaje a esta gran cantadora (que, por cierto, tiene calle en el zaragozano Barrio de la Jota). Desde VIDA ALAGONESA suscribimos sus palabras y nos sumamos a una petición que consideramos razonable.