sábado, 21 de enero de 2023

Miguel Arnaudas y el "Cancionero Aragonés"

 La publicación en 1927 de la Colección de cantos populares de la provincia de Teruel removió las conciencias de la intelectualidad aragonesa. El maestro Arnaudas había logrado culminar la empresa con éxito, ofreciendo al mundo un elevado ejemplo de patriotismo, al tiempo que ponía de manifiesto a ojos de la opinión pública que los cantos populares de Huesca y Zaragoza no estaban siendo recopilados por la incuria de Ayuntamientos y Diputaciones provinciales. Así lo expresó el periodista Fernando Castán: "Crea usted que, con admirar mucho, muchísimo la magnífica labor que por El Cancionero Aragonés viene realizando el ilustre don Miguel Arnaudas, admiro más la enorme fuerza de voluntad que es necesaria para hacer esa labor en medio de una indiferencia que causa frío en el corazón". Estaba fuera de toda duda que, sin la abnegada labor de Arnaudas, ni siquiera el de Teruel hubiera visto la luz en esas fechas, convirtiéndose así en una obra pionera. 

El periodista Manuel Marín Sancho fue otra de las voces que elevaron sus protestas: "Nuestro folklore se pierde por momentos, y es preciso salvarlo. Esto sólo pueden hacerlo hombres con preparación suficiente. Cualquiera, por buen músico o investigador que sea, puede hacerlo. Se precisan individuos con una notable preparación científica, con un sentido perfecto de lo que es el folklore y con un entusiasmo o identificación con la empresa mayores que su ciencia y que su sentido. Caso típico, el de Arnaudas". 

Para Simón Carceller, presidente del Orfeón Zaragozano, el problema del Cancionero Aragonés era fundamentalmente económico: "Si no tenemos pesetas, ¿para qué vamos a molestar a los músicos? (...) Yo tengo el presentimiento de que el Cancionero de Zaragoza y Huesca no se recogerá, salvo el que aparezca otro benemérito maestro Arnaudas, que, a costa de su bolsillo, trabajo y penalidades, lo realice". Sin el suficiente apoyo oficial, los restantes cancioneros no serían una realidad sino muchos años después de la muerte de Arnaudas. El de Zaragoza, como es sabido, fue publicado en 1950 por su discípulo Ángel Mingote.

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