Tal día como hoy, en 1908, nació en la zaragozana calle de la Yedra el escritor Tomás Seral y Casas. Comoquiera que vino al mundo el día de San Wenceslao, recibió en la pila bautismal los nombres de Tomás Gregorio Wenceslao. De familia acomodada, poseía el privilegio de ingresar en la Real Hermandad de Infanzones de Illescas. Era hijo de Trinidad Casas Arruga y del político e industrial Francisco Seral Gutiérrez, propietario de la fábrica de harinas de Alagón y último alcalde de la monarquía alfonsina en la localidad. A diferencia de su hermano Francisco, doctor en Medicina, Tomás fue un estudiante inconstante. En su infancia soñaba con ser aviador y estudió mecánica en la Escuela Industrial de Zaragoza, vocación que abandonó para matricularse en la recientemente inaugurada Escuela Social, pero no completó los tres cursos que se requerían para obtener el título. Según Castán Palomar, inició más tarde los estudios de Bachillerato, que tampoco concluyó, "como consecuencia de unos choques ideológicos".
Con tan solo diecinueve años, Seral demostró que su auténtica vocación era el periodismo. En nuestra localidad publicó sus primeros escritos, que vieron la luz en las páginas de Vida Alagonesa, periódico de vida efímera que dirigió entre 1927 y 1928. Tras su precipitada salida de Vida Alagonesa por razones de ideario, inició sus colaboraciones en el diario La Voz de Aragón y en 1929 obtuvo el carné de redactor. La "etapa alagonesa" de Seral fue muy breve, pero marcó para siempre la personalidad de uno de los más originales poetas aragoneses de su generación, un hombre íntegro que fue asimismo galerista, editor, creador de revistas vanguardistas y animador de la vida cultural española.
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